lunes, 15 de agosto de 2011

Tanto peca el que mata la vaca como el que le trolea una entrada


Hace tiempo, cuando nos encomendaron realizar este blog, sabíamos que nos íbamos a encontrar con situaciones de todo tipo, agradables y desagradables. Una que hasta cierto momento la habíamos logrado sortear era la referente a encontrarnos con personas que tuvieran un comportamiento molesto y ofensivo en el Blog.



Esto si que era algo complicado, ya que uno de los objetivos del blog era fomentar una cultura de Tolerancia, No violencia y desgraciadamente por personas como esta se estaba desvirtuando el motivo que iriginó al Blog.



Afortunadamente es algo que se pudo controlar, sin embargo eso nos hace pensar que hay muchas personas que tienen fines similares a los que mencioné al inicio. Este tipo de personas tienen un nombre ya asignado en la cultura “internautica” (¿existe la palabra?). Se les conoce con el nombre de “trolls” y les pondremos algunas de sus características, para que sepamos diferenciarlos y como manejarlos.



¿Qué es un troll?



Un «troll» de Internet es el (normalmente es un él) que siente placer al sembrar discordia en Internet. Intenta iniciar discusiones y ofender a la gente.



Los trolls ven los servicios de comunicaciones de Internet como lugares adecuados para su extravagante juego. Por alguna razón, no «captan» que hieren a gente real. Para ellos, los demás usuarios de Internet no son del todo humanos, sino una especie de abstracción digital. Como resultado, no sienten ningún tipo de pena por el dolor que infligen. De hecho, cuanto mayor sea el sufrimiento que causan, mayor es su logro (tal y como lo ven ellos). De momento, el relativo anonimato de la red permite que florezcan los trolls.



Los trolls son completamente insensibles a las críticas (constructivas o no). No puedes negociar con ellos; no puedes hacerles sentir vergüenza o compasión; no puedes razonar con ellos. No se les puede hacer sentir remordimientos. Por alguna razón, los trolls no sienten que estén obligados a seguir las normas de cortesía o responsabilidad social.



Quizás esto suene inconcebible. A lo mejor piensa «Sin duda habrá algo que pueda escribir que les haga cambiar». Pero un auténtico troll no puede ser cambiado mediante meras palabras.

¿Por qué importa?



A algunas personas —especialmente las que han estado conectadas durante años— no les afectan los trolls, los consideran un inevitable riesgo de usar la red. Como señala el dicho, «no puedes tener un picnic sin hormigas».



Estaría bien si todo el mundo se lo tomara con tanta calma, pero la triste realidad es que los trolls desaniman a la gente. Los contribuidores arraigados pueden dejar un foro por las discusiones que encienden los trolls, y los lurkers (gente que lee pero no escribe) pueden decidir que no quieren exponerse a estos abusos y por tanto no participar nunca.



Otro problema es que las emociones negativas despertadas por los trolls se filtran a otras discusiones. Gente normalmente afable se puede volver agria después de leer un amargo intercambio entre un troll y sus víctimas, y esto puede envenenar las interacciones hasta entonces amigables entre viejos usuarios.



Por último, los trolls crean un entorno paranoico, de modo que una crítica tranquila de un recién llegado puede provocar una réplica feroz e inapropiada.



La Internet es un recurso maravilloso que está derribando barreras y eliminando prejuicios. Los trolls amenazan que continúe nuestro disfrute de este maravilloso foro de ideas.

¿Qué se puede hacer con los trolls?



Cuando sospeche que alguien es un troll, puede intentar responder con un mensaje educado y suave para ver si simplemente es alguien que está de mal humor. Los usuarios de Internet dejan a veces que sus pasiones se liberen al sentirse seguros sentados delante del teclado. Si ignora su elevado tono de voz y les responde de una manera agradable, normalmente se calman.



Sin embargo, si la persona se empeña es ser bruta, y parece disfrutar siendo desagradable, la única postura efectiva se resume en lo siguiente:



La única manera de tratar con trolls es limitar su reacción a recordar a los demás que no respondan a los trolls.



Si intenta razonar con un troll, él gana. Si insulta a un troll, él gana. Si le chilla a un troll, él gana. Lo único que los trolls no pueden aguantar es que se les ignore.

Qué no hacer



Como ya se dicho, es inútil intentar «curar» a un troll de su obsesión. Pero quizás simplemente no pueda aguantar el ambiente hostil que crea el troll y quiera irse un tiempo.



Si lo hace, por el bien de los demás usuarios del sistema, no envíe un dramático mensaje de despedida. Esto convencería al troll de que está ganando la batalla. El mensaje más dañino que pueda escribir en un foro es quizás el anuncio de que lo deja por la hostilidad que el troll ha encendido.




¿Por qué lo hacen?



Afirmación.



Los usuarios habituales de la red saben lo delicioso que es que alguien responda a algo que ha escrito uno. Es un encuentro de mentes, lo que es un estremecimiento intelectual, pero también es un reconocimiento del valor de uno, y eso puede ser una recompensa emocional muy satifactoria.



Los trolls ansían atención, y no les preocupa si ésta es positiva o negativa. Ven la Internet como un espejo en el que pueden mirarse en un éxtasis narcisista.



“queremos saber tu opinión”

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